miércoles, 29 de julio de 2009

The Cantoris

Bueno, bueno... Como James Steward esta semana he estado ocupada haciendo reportajes fotográficos de nuestros grandes vecinos, intentando averiguar lo que sigue siendo una incógnita, por qué echan agua.

Están muy lejos del suelo para que sea una tradición de éstas de frescor al viento en verano (muy lejos del suelo... y del pueblo, que esto es la ciudad). Ensucian más que limpian y joden a las del entresuelo... Y es demasiada cantidad de agua como para tener buenas intenciones, así que lo más probable es que sea el sacrificio a los dioses por la voz tan prodigiosa de la Niña Cantori. Ciertamente teníais razón.

Quiero presentaros a los Cantori en condiciones. Ya habéis visto el moño de la Niña. Ahora es el turno de que comprobéis de dónde le viene la casta al galgo.

He aquí Abuela Cantori y Mamá Cantori.

Por motivos legales les he tapado la cara, y es una pena porque la abuela tiene un rostro genial, digno de mención. Pero lo mejor de la foto se sigue captando. Ese bostezo descuidad, esa recolocación de senos manual a la vista de todo el barrio, y el gesto de la Abuela que parece decirle 'No, hija, no, tienes que ser más firme y sujetar, primero hacia fuera para luego recolocar hacia dentro'. Dentro de poco lo hará por ella y no estaremos ahí para verlo.

No sabemos si hay un padre Cantori, nunca lo hemos visto, lo que sí hay es un abuelo Cantori, que chilla como la nieta pero sin dar las notas.

Este era el amable (¿?) señor que veía desfilar por su salón a paso marcial. El patriarca Cantori, apatrullando la ciudad desde el balcón.
Próximamente hablaremos de la bicicleta de Barbie que nunca ha bajado a la calle la Niña Cantori y de lo que pensamos sería el romance del verano si conseguimos unirla al Niño Flauta por intereses comunes. (Por cierto, hemos averiguado que el Padre Flauta se llama Paco. Paco Flauta, pues, a partir de ahora, que sigue en el empeño, junto a Mamá Flauta, de volver loca a Sara la perra, y conseguir que sea un Jekyll y Hyde, ahora la quieren, ahora la odian).
Por lo demás, la cocina del Yellow parece invadida por polillas y demás bichos rastreros que estamos intentando erradicar a toda costa con un matabichos tan chungo que ayer casi muero colocada de productos químicos en el intento.
Besos.
pd. No nos olvidamos, proximamente el Cojo del Entresuelo...

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